Dibujando Fantasías. Pequeños desvaríos impropios.

Prólogo de Mónica Gameros

Si algo nos ha distinguido como especie, es la capacidad de la memoria, la capacidad de los sueños convertidos en realidad y el erotismo que nos permite extender el placer sexual.

Ese tema, “el tema tabú de una sociedad mojigata”, ha sido tratado en el pasado como un “pecado” -a caso, en un intento absurdo de limitar la libertad de la humanidad, para mantener la producción de la riqueza en continuo desarrollo sin que nada lo detenga-, siempre ha sido “el tema”, porque al sistema no le importa que la gente sea feliz o que se sientan satisfechos con su vida, no, al sistema le interesa que seamos máquinas de producción que viven sujetas de la culpa.

Afortunadamente, no nos importa lo que el sistema y los “no pecadores” nos impongan, y por suerte, la creatividad es una de las mejores cualidades humanas, porque nos ha permitido la interacción sexual, la libertad de las mujeres para disfrutar del sexo y para ser una de dos partes en el juego del erotismo.

Atrás quedó el tiempo de la doncella seducida por el galante varón del siglo XIX y muy lejos ha quedado el papel del varón que abusa sexualmente de sus víctimas con sadismo y sodomía, tal y como impuso literariamente el Marqués de Sade en el Siglo XVIII.

Las fantasías eróticas son un dulce postre que se merienda o se desayuna en los breves momentos de ocio que se nos da.

Para Manuel Pastrana, las fantasías que dibuja en este libro, son parte de una memoralia de placeres que existe desde su biografía, su mente o sus recuerdos más atesorados, en espera de ser contados a todas voces y sin ningún pudor, pero sin la figura cliché de la femme fatale y menos de la mujer inocente, seducida por el hombre que la posee y la abandona.

Dibujando fantasías expone mujeres activas, sexys y seductoras, libres de todo pecado y moralina, disfrutan de su cuerpo y del momento en que lo comparten con ese hombre que no se sorprende ni se escandaliza por la liberal actuación sexual de su compañera.

Como consejo: tome el libro y acompáñese de alguien más, una copa de vino, un dulce chocolate amargo y saque del baúl unos cuantos centenares de besos.

Bienvenida pues la oportunidad de volver al campo de batalla que es el placer.

Disponible en Amazon https://www.amazon.com/dp/B0BR9DMH4K

Publicado en Libros, Relatos | Etiquetado , | Deja un comentario

Esa difícil tarea

Esa difícil tarea es un historia de amor, no de esos amores malditos, sino de esos amores que trastocan. El amor no conoce pretextos: distancia, edad, raza o nacionalidad, son nada cuando el amor es descubierto por una pareja que debe lidiar con la batalla más cruel que existe. Un historia que puede suceder cualquier día, en cualquier lugar del mundo, se crea en el encuentro de dos personas de distintas nacionalidades, se ven a merced de su química, se ven unidos en un punto geográfico y un tiempo específico, pareciera un encuentro casual, pero los amantes se creen parte de un destino escrito, es el origen del sufrimiento para dos amantes que deben mantener la fe en su amor, para superar todo tipo de obstáculos y prejuicios, sobre todo, ante la prueba más dura que hay para que el amor persista: la batalla del ego; la batalla no son los otros, la batalla es contra los demonios de cada persona envuelta entre los lazos del amor.

El libro es un Guion para video, con indicaciones para locaciones externas, ambientación de época que, bien podría ser adaptada a cualquiera de las épocas, puesto que nuestro mundo hoy es un globo digital en el que las historias pueden suceder en diferentes lugares del mundo, sin que ello cambie la esencia de la historia.

El guionista se toma muchas libertades al narrar las indicaciones para el director de arte, el ingeniero de sonido y el director de cámaras, y hace bien porque ver la historia nada más leerla, es absolutamente posible.

Esa difícil tarea es una historia de familia, la historia de ese viaje que cambió la vida. En medio de la trama y el amor que surge entre Román y María, el arte siempre está presente, de hecho es el arte del escenario el que da vida al amor que nace entre dos personas, que sin conocerse, esperaban a alguien como quién ha llegado, sin buscarle, sin forzar las situaciones, todo sucede ligero y fácil, pero el tiempo y los demonios internos hacen de las suyas.

Tienes que leer Esa difícil tarea, no podrás cerrar el libro hasta terminarlo.

Publicado en Sin categoría | Etiquetado | Deja un comentario

Soy

Dicen por ahí los díceres:

Eres lo construido en el pasado.

Las voces resuenan y acusan:

Eres lo que deseas del futuro.

 

Y yo me culpo por el pasado

y me angustio por el futuro

y la vida se me ofrece…

y no la miro, ni la siento….

 

De pronto vencido respiro

y todo se detiene…

dejo de ser culpa y angustia,

entonces la vida me toca.

 

Puedo entonces ser nube,

viajero con la brisa,

y soy lluvia y tormenta,

y soy noche y día,

entonces soy  dichoso.

 

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

Mis personajes

 

Los personajes que uso

son mi disfraz, mi máscara.

Con ellos cubro mi desnudez,

son la prisión que me oculta.

 

Los personajes que uso

son los apodos que adopto:

licenciado, contador, padre,

autoridad, víctima o victimario.

 

Los personajes que uso

son el olvido de quien soy.

Desnudez absoluta, pura.

Espíritu perfecto e inmortal.

 

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

Cuento de muertos inconcluso, confesionario y algo más…

Los días de octubre anuncian la llegada de las frías noches de noviembre, con ellas la primera celebración, entre ofrendas, altares y rezos los chicos de la 17 organizan la gran cena para re-reencontrarse y conmemorarse con sus difuntitos.

Todo inició con Rivera abocado a la tarea de localizar en camposantos, criptas e incineradoras a la banda del “D de Zapato”. Ardua tarea si consideramos que el último entregó el equipo 96 años atrás y sólo pocos días por temporada se puede viajar por ambos mundos. Recorrió los caminos de arriba, los de abajo y los de en medio

El primero en ser localizado, Fuentes, animando aquelarres y velorios se entretiene, de aquí para allá, acullá y más pa’cá. El más célebre dj del mundo espectral.

A Contreras la encontraron danzando, desnuda hasta los huesos, para la luna, en viernes de aquelarre sobre los otoñales campos dorados y amarillos.

La discreta risa de Medina delató su escondite: la alacena en la cocina de Bernal. Ambas amigas al cotilleo dedicadas, fueron las siguientes en ser apuntadas.

Torres, Rodríguez y Orozco, bajo el palmar fueron vistos, alegres departían improvisando epitafios que poner sobre el punto de arco de sus respectivas criptas.

Villacis entre queja y queja su comida, por whats, compartía, la Catrina, contenta, a él dejaría pues si lo llevara, a  Valentina ¿quién cuidaría?

Abruptamente el narrador interrumpió el relato: la mente en blanco le ha quedado. A su oído la huesuda le susurra -¿Realmente conoces a estos? ¿Qué de ellas me puedes contar? ¿Qué de ellos me puedes decir? Sólo sombras vagas de un pasado adolescente- Entones Pastrana se dijo que para las navidades tendría algo que relatar… Nada, Ninguna palabra, ninguna letra que hilar. Tan sólo el deseo por Chaves, Alegre, Limón y Favela, (por no citar nuevamente a Contreras).

Queda, pues, el último recurso, desear lo mejor para las fiestas, añadiendo que la más grande se llama vida y sucede aquí, transcurre ahora.

 

Muchas felicidades, Amor, paz y prosperidad.

 

Octubre – Diciembre 2017

Publicado en Relatos | Etiquetado , | Deja un comentario

In Memoriam. Raúl Guerrero Urdiales.

Nació en la ciudad de Guanajuato el 3 de julio de 1941, desencarnó el 7 de diciembre de 2017 en la Ciudad de México, tenía 76 años.

Se casó joven y tuvo 2 hijos. Estudió arquitectura, carrera que abandonó luego de su separación. Él se quedó con los niños. Estudió actuación en la escuela Andrés Soler.

Antes de graduarse como actor comenzó a dar clases como adjunto en la citada escuela.

Lo conocí en 1979, cuando ingresamos al Instituto Arte Escénico, él como maestro, yo como alumno. Lo conocí talentoso artista, apasionado defensor de sus alumnos, dispuesto a ayudar a quien le solicitase ayuda.

En 1982 nuestros caminos nos llevaron por senderos diferentes hasta un breve reencuentro en 1985 en que nos reconocimos como artistas,

A partir de 1987, Raúl ya como maestro en la Escuela de Iniciación Artística 4, del Instituto Nacional de Bellas Artes, tuve el honor de que me considerase para apoyarle en diversos trabajos, ya como asistente, como actor, incluso como adaptador de textos para alguno de sus exámenes.

Escribió y adaptó para sus alumnos obras impresionantes que marcaron su trayectoria  como artista teatral: Yo Soy; La eterna sombra del ahuehuete: Los poetas cantan en mii casa; Yo soy hijo de Pedro Páramo.

En el bimestre marzo-abril de 1994 se dio la oportunidad de asistir a Cuba a  un taller de Teatro.

Posteriormente fue Director de la EIA4.

Los últimos años de su vida los vivió en la soledad de su retiro, en el autoexilio de la sociedad.

Sus días finales no fueron distintos, su agonía  fue larga y solitaria, desamparado en su casa, olvidado en un hospital, abandonado en una capilla, sólo cubierto por Carla que procuró para él un remanso de amoroso acompañamiento.

Descanse en los campos dionisiacos.

Publicado en Reflexiones, Teatro | Etiquetado | Deja un comentario

Café

Despertó pocos minutos antes de su hora acostumbrada, tenía el deseo a flor de piel. Entreabrió la cortina para ver la ventana empañada y escuchar la llovizna del otro lado, la fría sensación que se desprendió del cristal erizó cada vello de su cuerpo, en consecuencia sus ganas crecieron. Se dirigió a la cocina con los pies descalzos, bajo la luz azul grisácea que presagia el nublado amanecer. Allí lo encontró, listo para satisfacer los deseos del reciente despertar…

Al sentir en sus labios su caliente humedad cerró los ojos y dejó que sus pensamientos se remontaran a la cafetería, la sobremesa, lluvia de media tarde, el placer solitario que hizo vibrar su cuerpo…

Ahora, allí, en el rincón de la cocina o el de traguitos al pasar de prisa. Bien caliente o frío después del abandono. El que te prepara para la cama… El que no te deja dormir y altera tu ritmo cardiaco y tu respiración…

Después tostado en el horno, desprendiendo aromas seductores. Sólo falta la diestra mano que con firmeza baje y suba la palanca y extraiga su esencia antes de llevarle a los labios que suplican por su sabor. Sí, incluso ese que hay que tomar delicadamente con la cucharita, dejarle caer en la tacita y darle vueltas y vueltas hasta que sea bebible.

-Por eso el café es la bebida sensual- pensó mientras con ambas manos sostenía su taza contra sus labios.

 

Publicado en Relatos | Etiquetado , , | Deja un comentario

Abril 30

El día inició como cualquier día en la vida de Mateo, sin embargo, desde el inicio le depararía algunas sorpresas no muy agradables. Como cada 30 de abril despertó esperando escuchar le voz de su madre con su emotiva felicitación por el día del niño. Sólo silencio. Esperó bajo la sábana los 15 minutos más largos de su vida. Finalmente terminó por levantarse y buscarla.

­– ¿Mamá?

– Hola Mateo – Contestó Ana. – Tu mamá no está. Tu papá la llevó al hospital muy temprano.

Mateo se quedó helado al escuchar a Ana, vecina que hacía el papel de niñera cuando sus padres acudían al Hospital Obstetro–pediátrico, ya fuera para cubrir sus guardias o atender alguna urgencia. Tres años mayor que Mateo, Ana cursaba el segundo año de la escuela secundaria, su apariencia comenzaba a ser la de una adolescente y dejaba atrás los juegos infantiles que compartían. Él, por su parte, a los 12 años, terminando su educación primaria e influenciado por las conversaciones con sus padres y las que les escuchaba tener “en privado”, era lo que podría decirse muy maduro para su edad. Le gustaba estar con Ana, sin embargo se sintió avergonzado al saberse vestido con el pijama viejo y raído en algunas partes. No entendía el por qué, ella muchas veces le había visto así, incluso no hacía mucho que le ayudó a ponérsela.

– Ana… Tu cumpleaños va a ser pronto ¿verdad? – Mateo formuló su pregunta queriendo ocultar su incomodidad, sabía que los 15 años de Ana estaban a “la vuelta de la esquina”.

– Sí. A media semana. – Contestó Ana.

– ¿Vas a hacer fiesta?

– Yo no quiero, pero mi mamá sí. Mi papá dice que como yo quiera. La verdad, no sé. Prefiero pasar el día con Daniel, mi novio.

Mateo sintió que esas últimas palabras hacían resonancia en el vacío que se abrió en su estómago: “mi novio”. Sonrojado hizo saber a Ana que iría a cambiarse.

– ¡Mateo! – Le detuvo Ana – Sabes que te amo ¿verdad, hermanito?

– Sí, hermanita. Yo también te amo.

Después de abrazarse, Mateo, aún con esa sensación en el estómago y cubriendo su entrepierna corrió a su habitación sin comprender la razón de sentirse así. Una vez que se vistió con sus vaqueros negros y su camisa roja, acostado bajo su ventana, con la vista en un cielo gris, se dio a la tarea de imaginar el por qué sus padres tuvieron que ir al hospital, pasando por su mente todo tipo de tragedias. Bajó a desayunar con Ana cuando ella le llamó.

– Ana… ¿Por qué siempre me dices hermanito? Tenemos distintos papás.

– Porque lo somos, de otra forma.

– ¿Cómo?

– No sé cómo explicártelo, pero créeme: somos hermanos… Bueno, eso dice Diana. ¡Que ella te lo explique! Va a venir más tarde.

– Tu hermana es más rara que tú.

– Sí. Somos unas raresas. – Ana, entonces, hizo una mueca que provocó un ataque de carcajadas en ambos.

Ana es la hija no esperada de un típico matrimonio moderno, ambos padres trabajan todo el día, por lo tanto quedó bajo el cuidado de su hermana 14 años mayor. Aunque pretende adoptar una imagen gótica y es amante de las historias de vampiros, lo cierto es que se encuentra en la búsqueda de su identidad, lo que no le resulta sencillo al tener como figura materna a su hermana mayor, muy distinta de la imagen profesional de su madre, además del ejemplo de la doctora Flores, con quien pasaba parte de su tiempo. Diana, por su parte, se dedicó al arte escénico, actriz, directora, dramaturga y exploradora de distintas corrientes filosóficas y espirituales.

Cuando Mateo terminó su desayuno fue obligado a lavarse los dientes, actividad que, según pensaba, no debía realizar en su cumpleaños ni ese día. Buscó a Ana a quien encontró ocupada con sus tareas escolares, sin saber que hacer tomó el teléfono y llamó al consultorio de su madre:

– Bueno. Sí… ¿Me comunicas con la doctora Flores?… Sí, soy Mateo, su hijo… ¿Quirófano?… Gracias.

Tardó un rato en colgar el aparato y se quedó de pie, sin saber qué hacer. Por su mente pasaron todas las imágenes más sangrientas que podía imaginar de un quirófano.

– Mateo ¿Estás bien? – preguntó Ana.

– La vi. Mi mamá. Toda llena de sangre.

– Ah, ya empezaste con tu drama mental ¿Qué fue ahora? Es obvio que estuviste viendo cosas que no debías.

– Mi papá dejó su computadora prendida. Tiene muchas películas de cómo le cortan las piernas, los brazos a las personas… sus tripas…

– ¡Mateo! ¡Qué cosas estás viendo!

– Algo que se llama informe de prótesis, amputaciones y trasplantes. Creí que las amputaciones son cuando te acusan de algo, como los policías… Y las prótesis como los dientes que usaba mi abue… ¡Ah! No vi plantas por ningún lado… sólo corazones, hígados, riñones… ¿Eso hace mi mamá en el quirófano?

– ¡Cómo crees! Ella salva personitas. Ahora, déjame seguir estudiando. Le prometí a Diana que no perdería otro año, ya sabes…

– Las promesas que se hacen deben cumplirse.

– Por eso…

– No debo prometer algo que me haga sentir mal.

Mateo fue a su habitación, se recostó en el suelo bajo su ventana y comenzó a dejar que sus pensamientos invadieran su mente. No entendía por qué nadie lo invitó a festejar el día del niño. Josefina tuvo su fiesta en la alberca del deportivo. Los hermanos Jiménez en la ludoteca. Incluso Arnulfo festejaría con los niños del club de ajedrez de la biblioteca pública. – ¿Por qué nadie me quiere? – se preguntaba, inquietud legítima pues no entendía la razón por la cual sus compañeros no conversaban con él, o por qué se aburría con los niños del parque. Sólo con Ana podía estar bien, pero ¡¿Quién es ese Daniel?!

El timbre en la puerta rompió con sus cavilaciones que fueron sustituidas por la imagen de su madre entrando con un pastel, pero ella tiene sus llaves, pero con el pastel no las puede usar…

– ¡Mateo! – llamó Ana – ¡Llegó Diana! ¡Ya me voy, hermanito!

– ¡Sí! – contestó decepcionado, regresó a su rincón donde nuevamente dejó que sus pensamientos cargaran de sufrimiento la sensación de abandono que le abrazaba, hasta que se quedó dormido con una lágrima en su rostro y un nudo en la garganta.

Algunas horas después sintió una mano que suavemente revolvía su cabello. Diana amorosamente le despertó, cuando Mateo abrió los ojos vio ante sí una mano con un pañuelo:

– Toma, límpiate la baba.

– ¿Mi mamá?

– Todavía no llega. Hubo complicaciones en la cirugía. Según su asistente se quedará a cuidarla toda la noche, también tu papá.

– Ella… – inició Mateo al tiempo que terminaba de despejarse.

– Está bien. Supongo que cansada, ya lleva varias horas operando a esa chica. – Al mirar la expresión de sus ojos añadió: – ¿Quieres que vayamos a comer a algún lado? Ya es tarde.

– Sí. – Apresuró Mateo animado. – Vamos al bufet de La Casa del Arte.

– Bien, a La Casa del Arte. Arréglate.

La Casa del Arte era una mezcla de centro cultural y restaurante, ocupaba el patio menor y la cocina de un convento abandonado y recuperado como escuela de artes. La soleada tarde tenía la invitación a dejarse llevar por la pereza, ni una brisa ligera contenía el agobiante calor que a lo largo de los 30 minutos que duró la caminata les acompañó. Sólo la promesa de la mesa de postres con sus helados de sabores dio fuerza a los caminantes, sin embargo el destino tenía otros planes. Cuando Diana y Mateo llegaron a La Casa de Arte la encontraron temporalmente cerrada, un grupo de cineastas alquilaron por varios días el lugar para grabar una película.

Con una gran frustración sobre su espalda, él se dejó caer en la banca frente a la cruz en el atrio del templo. Diana se sentó a su lado, en silencio, sacó de su bolso un libro y se puso a leer. La gente pasaba frente a ellos, lo que dio tiempo a Mateo para serenarse y pensar en las historias de esas personas.

– ¿Comemos? – Sugirió – Mira, allí hay una taquería.

– Si quieres, finalmente es tu día.

Comieron en silencio y de igual forma recorrieron el camino de regreso a su casa. Antes de entrar Diana preguntó:

– ¿Te diste cuenta?

– ¿De qué?

– De todo lo que pasó contigo, a lo largo del día, especialmente en la banca y durante la comida.

– Nada.

– ¿Estás seguro? ¿Dónde estaban tus pensamientos cuando estabas molesto?

– No me felicitó mi mamá, tampoco mi papá. Ana no me hizo caso. Una cochina película arruinó el bufet.

– No te exaltes nuevamente. Aquí estoy. Y ¿Dónde estabas cuando te sentías tranquilo?

– Contigo. Sin pensar nada.

– Estuviste presente, aquí, ahora. Fuiste consciente de tu entorno, de tus sensaciones sin juzgarlas.

– No te entiendo, Diana.

– No importa, hermanito. Ya lo harás.

– ¿Por qué Ana y tú me dicen “hermanito”?

– Porque en el fondo lo somos. Todos somos hijos del mismo padre cósmico. Ya lo entenderás, hermanito.

Entraron en la casa que lucía vacía, con excepción de Ana que dormía en un sillón. Mateo comprendió el gesto de Diana y fue a prepararse para dormir. Ya en su cama y después de recibir las “Buenas noches” de parte de Diana, se durmió pensando que ya lo entendería, finalmente mañana será otro día.

Registro 1705232404945

 

Publicado en Sin categoría | Etiquetado , , | Deja un comentario

Los Besos

Aún no lo he dado, no creo haberlo recibido aún… ese beso especial que lo englobe todo, que sea tú y yo a la vez. Intenté darlo una vez, saliendo de la adolescencia la encontré en el elevador, rondando sus 40, soltera y dispuesta, los roces furtivos y las bocas tan cercanas frenadas tan sólo por el terror de que se abriera la puerta y nos sorprendiera mi madre. Recuerdo esos días de la temperatura que deja el abandonar la infancia, el febril deseo que hace temblar los labios al contemplar la foto de mi tía, la última hermana de mi madre y mayor que yo por una década, esa foto que a fuerza de rozar mis labios los dejó secos y con el sabor de papel entintado. ¡Cuánta diferencia con el beso romántico! Tus manos deteniendo las mías, la llovizna sobre nuestros cuerpos que temblaban entre la emoción y el frío, nuestros labios apenas tocándose… Después se hizo rutinario, hasta que dimos el siguiente paso: las manos ya no se detenían, comenzaron a buscar caminos que viajaran debajo de las ropas, de allí el temor a lo desconocido, a lo deseado…

Recuerdo un beso asqueroso, sentir el sabor del cigarro en su boca acabó con cualquier anhelo, haciendo que mi deseo palpitante se ocultara pequeño perdiendo su firme gallardía. Hay un último beso en la lista, el de cada 14 de febrero, el que se oculta tras los chocolates y corazones y cursi muere al final del día.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario